sábado, 27 de agosto de 2011

EXPERIENCIA PERSONAL DE LA JMJ 2011 - MADRID

Mi experiencia personal de estas jornadas mundiales de la juventud ha siendo realmente positiva.

Entré en peregrinación los días previos al encuentro de Cuatro Vientos.
Comencé con la acogida en mi casa de peregrinos, dos chicas a las que no conocía de nada, esta experiencia me ha hecho ver que existe un mismo espíritu, que no entiende de fronteras, países, o lenguas. Cristo ha venido a mi casa y
une a los pueblos.
Se cumple aquí la palabra del evangelio:

"El que acoge a uno de estos pequeños en mi nombre, me acoge a mi" (Marcos 9, 37).

En segundo lugar me llamó especialmente la atención la manifestación de laicos en contra de la visita del Papa. Vi que aquellos peregrinos que sufrieron las intransigencias, los desprecios, los insultos, las persecuciones, hacían presentes al mismo Jesucristo, él que fue igualmente despreciado, insultado y perseguido solo por haber hecho el bien, se hacia patente en los peregrinos, que a mi juicio vivieron por así decirlo el "martirio" y se cumple aquí una de las bienaventuranzas:

"Dichosos los perseguidos por causa de mi nombre, de ellos es el reino de los cielos"
(Mateo 5, 1o).

La alegría rebosaba por todas partes y esta marea humana
era portadora del reino de Dios; esperanza, alegría, paz, amor, fortaleza, templanza, dominio de si....... y todo lo bueno que queramos añadir.
En una sociedad que alardea de tolerante resultaba difícil de entender este rechazo solo y exclusivamente porque molesta el bien.

El plato fuerte de la peregrinación lo viví en la vigilia en Cuatro Vientos, me gustó especialmente el momento de la adoración de la custodia, el silencio se hizo en esos momentos, y sobrecogía el ver como 2 millones de personas all
í reunidas eran capaces de permanecer en silencio de esa manera. Se estaba diciendo en ese acto, Cristo, estamos contigo.
El protagonista era Cristo, el Papa era solo su representante y se unió a la adoración de Cristo igual que todos, eso me ayudó mucho ya que todos los que estábamos allí a quien seguíamos era a Cristo, en verdad. Vi que Benedicto era el que estaba allí, pero que fuera el que fuera el representante de Cristo en ese moment
o la gente lo aceptaría, no por su persona en sí, sino por la misión que tiene.
Poco importaba los inconvenientes como el calor, dormir en el suelo, la falta de agua, la lluvia, el viento, un montón de inclemencias, sufrimientos que se ofrecían por otros, personas que cada uno conocía y que se hallaban en sufrimientos también.

Cuando miraba a mi alrededor y observaba todo aquello, tantas banderas y estandartes, procedentes de todos los rincones del planeta se me venía a la mente los ejércitos medievales, allí había un ejercito, cuya arma era la cruz y cuyo
escudo era la palabra de Dios, con un enemigo común , el mal que habita en el corazón del hombre y una misión hacer presentes en esta generación el amor. Resonaban en mí las palabras de San Pablo:

"Porque nuestra lucha no es contra la carne ni la sangre, sino contra los principados, contra las potestades, contra los dominadores de este mundo tenebroso, contra los espíritus del mal....."
. (Efesios 6,12).

Con estas vivencias salí de allí, llena de alegría y dando gracias a Dios por sentirme parte de todo esto, yo que conociéndome a mi misma, soy la menos indicada para esta misión, los que me conocen lo saben.
Nuevamente resuenan en mi otras palabras de San Pablo:

"Por eso, muy a gusto presumo de mis debilidades, porque así residi
rá en mí la fuerza de Cristo. Porque cuando, soy débil, entonces soy fuerte". (2 Corintios 12, 9-10).

Por último la experiencia del encuentro vocacional en Cibeles me llenó de alegría nuevamente me daba esperanzas en el futuro no por el hecho de que se levantaran tantos chicos y chicas sino por el espíritu con que lo hacían, estaban dispuestos a negarse a si mismo, a no vivir en sus deseos y apetencias, que lo con
sigan o no ya se verá pero la actitud es lo que cuenta. En una sociedad donde se hace lo que cada uno quiere, lo que te apetece, donde cada uno se construye en si mismo, todos tendemos a eso, veo un acto de valentía optar por Cristo.

"Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su v
ida por mí, la encontrará" (Mateo 16, 25).

Después de vivir todas estas experiencias podríamos decir que la historia se acabó, pero en verdad ahora es cuando empieza para cada uno de los 2 millones de personas que estuvimos allí, cada uno tiene que acometer su batalla personal y solo nos queda esperar que El Señor ponga su mano sobre nosotros para que nunca reneguemos, apostatemos y desertemos de esta misión. Que así sea.




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